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Mostrando entradas de junio, 2016

Todo lo demás no me interesa.

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Algunas cicatrices ya olvidadas, un pantalón con el bolsillo descosido, el rojo que dejan las bofetadas, mis gatas y su electrizante maullido.  La lágrima irresoluble con garabatos, ciertas palabras que alegran mis tardes, escritas por dipsómanos y literatos que nos llenan de valentía a los cobardes.  Una historia que me ponga a escribir el lento engaño de cualquier promesa, mostrar mi pañuelo blanco al porvenir.  Todo lo demás no me interesa.   Los claroscuros y sus daños a terceros, ciertos bares, ciertos callejones sin salida, algunos trazos de graffiti en los cajeros de los bancos más opulentos de la avenida.  Tu sonrisa cómplice, tu bella inocencia, proteger el sueño que duermes a mi lado, este cenicero rebosante de decadencia, la ventana cuando viste un cielo nublado.  Los barrios suburbiales y su mestizaje, el vuelo acunado de una pavesa que abrasará bosque en su aterrizaje.  Todo lo demás no me interesa.  La

Derrota IV. Elijo la caja.

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Entrada escrita la mañana del domingo 29 de mayo de 2016, recién derrotado el Atlético de Madrid.  Resacoso, soñoliento, afónico y en la lona, vuelvo a escribir sobre derrota. Es curioso cómo de evocador puede ser un penalti fallado, algo tan trivial a veces trae un retorno al pasado; las partidas de ajedrez que nunca gané, la chica que dijo adiós desde la Caleta, los suspensos en literatura con vocación de poeta, en definitiva, aquello que perdí en este marasmo, dizque se llama vida.  Nada conduce tanto al éxito como el fracaso, y nada ayuda tanto a escribir como la derrota. Qué tendrá que tanto me gusta, será la mancha de sangre que queda en el suelo al levantar la cara, los corazones rotos, el orgullo, o tal vez sea que no conozco la victoria.  Lo que sí conozco es el Paseo de los Melancólicos, y puedo decir que tiene más poesía que la opulencia de Concha Espina, también menos trofeos dirán los resabiados, pues claro, ¿qué se han pensado, que la poesía luce premios y

Y mientras esto pasa.

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En Marsella un hooligan pega a otro hooligan con un puño americano, con una silla de terraza, con su retraso mental, con su ignorancia.  Las banderas vuelven a ondear en los balcones, la ciudad se detiene ante el portentoso y magistral                                      regate de Iniesta.  Alguien fotografía el escote de una modelo; mujer florero del futbolista que marca un gol.  Sergio Ramos canta un himno vergonzoso, un catalán independentista salva a España de cabeza, y Cristiano sigue siendo el arrogante que no sabe                                       perder ni ganar.  El telediario habla de terrorismo e inseguridad, de segundas y terceras elecciones, de corrupción.  Cafeterías y bares se adornan con dos colores, la gente discute delante de una pantalla gigante, esperando un resultado que nos haga olvidar las horas extra, los recibos, el endeudamiento.  Y mientras esto pasa.  Francia lucha en la calle por sus derechos dandole p

Poesía.

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La poesía es un engaño en el que quien engaña es más honesto que quien no engaña, y quien se deja engañar más sabio que quien no se deja engañar.  Gorgias.  Tiene sabores estáticos de la alta noche, enfada a las chicas desprevenidas que espían a escondidas sus versos.  No le abre la puerta a extraños ni a lectores de un día, su magia es choque de espadas, y si las terrenales parejas  que requiebran, desordenadamente, en los parques supieran de su existencia, habría menos desengaños, menos crímenes pasionales.  Posee mi fidelidad, mi desdicha, el camino empedrado que recorro.  Me receta desvelos y cornadas con su mano de aterida galena.  Es magnética. Suave. Cabrona.  Ribeteadora. Mentirosa. Intemporal.  Es una tímida monjita onanista, y la más digna y altiva prostituta.  La vi en los ojos cansados de las chicas que fingían de madrugada los tequieros.  En la carretera que va hacia el sur y desemboca en un mar soleado