Brindo por ustedes (III)
El tráfico, los turistas, este calor soporífero y la banalidad de una vida como las demás han hecho que llegue tarde al aniversario del blog. Disculpe mi tardanza, cuesta quitarse de encima la redundante rutina de los días laborables. Excusas aparte, aquí estoy, en el bar donde borracho recito la palabra gracias como una letanía que me viene demasiado grande. Hacer balance de mi falta de talento en este año es un ejercicio insondable y altanero, me limitaré a escribir cómo y dónde cayeron los Relámpagos, que cada cual juzgue como quiera. Más tarde dará comienzo el brindis. Sin la más mínima vanidad de autor y sin el más mínimo proselitismo he de decir que bellas y obsecuentes historias pasaron por aquí; un niño que camina con hambre hacia calles hostiles, pesadillas aterradoras donde mis versos se perdían en un olvido desmesurado, Relámpagos que alumbran las noches de un diciembre insomne, la poesía respondiendo preguntas capciosas que nunca nos hacemos, los primeros cor