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Mostrando entradas de septiembre, 2016

Ya queda menos.

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Me gusta cuando el verano  te pone esos breves pantalones, cuando apenas el cielo se maquilla con nubes grises como abriles.  Me gusta el abanico de las marujas, los crepúsculos lentos y rojos, la gota de sudor que cae por tu ombligo  mientras desvelamos a los vecinos.  Me gusta el estío con sus siestas y su olor, la húmeda nocturnidad de nuestro balcón, ese bochorno que regala calles vacías, bañistas semidesnudas, niños en el río.  Me gusta que el mercurio se pase de la raya, la sombra que refugia a los segadores.  Me gusta el bochorno porque un viento caradura e insolente levanta tu falda.  Los amores de verano nos dejan llorando sobre un andén septembrino, como el alquímico y fugaz beso  de aquel que quiere pero no se atreve.  II.  Mi felicidad es una escena de un agosto lejano.  Unos niños tienen los cordones desatados, juegan, con cicatrices de pirata en la barbilla, sorteando abuelas que les dicen zascandiles.