Desvaríos de un analfabeto que quiere ser poeta.


Esquivando flechas y breves imposturas
logré rasgar otro año en el calendario,
mi sombrero alzo por dejarme a oscuras 
ante la estrábica puntería del sicario,
que no logró atinarme, allá por el verano,
cuando pude quererme y no quererte. 
Yo, que aburrido en un pupitre Salesiano
cincelé con cúter mi prematura muerte. 

Ya es tarde para dejar un cadaver bello,
para entender que después de tanto,
la vida se vuelve inerme, fugaz destello
que al irse sólo deja desencanto. 
Como el espejo con vaho que encierra
la monotonía de cualquier taquimeca,
como el relámpago que al tocar tierra
inicia fuego de cerilla en hierba seca. 

Ser poeta era sentir lo que nadie sentía,
soltar el piropo sin miedo al bofetón,
hacer caer unas bragas con brujería,
colocarte una bala antigua en el corazón. 
Pero todo eso acabó, ahora la rima comienza
cuando quiere un timador de letra moralina,
el público aplaude lo que a mí me da vergüenza,
aquí ya nadie mezcla lágrimas con gasolina. 

La luna, harta de mentiras, busca cobertizo
sobre las inciertas azoteas escarchadas,
dándoles ese brillo argento y resbaladizo,
ajena al crepúsculo, al oficinista, a tus miradas. 
Y si enero trae quebrantos tardíos 
me encontrarás tirado en la cuneta,
escribiendo insomne los desvaríos 
de un analfabeto que quiere ser poeta. 

       Marcos H. Herrero.

Comentarios

  1. Se me ha ocurrido pensar -o desvariar-, mientras leía tus versos, que hay tantas formas de escribir poesía como de amar. Normalmente amamos desde la carencia, buscando "rellenarnos" con la otra persona y que ella nos haga feliz. Pero también podemos aprender a amar desde la libertad, porque estamos llenos y solo queremos compartir y dar aquello que rebosa en nosotros. Pienso que tu poesía es como aquel último tipo de amor, que nace de tu esencia y te permitirá siempre encontrar el orden y la coherencia internos – tu brújula interna- para escribir preciosos versos libremente. Porque no hay nada peor que el miedo que nos corta las alas de nuestro potencial y nos priva de sentir toda nuestra esencia.
    Un fuerte abrazo, Marcos.

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