Veneno indefectible de tu corazón.



                               Para la única que, equivocadamente, cree en mí. 


Como en un espejo caleidoscópico,
quisiera verme a través de tu mirada,
verme como sólo tú me ves,
aceptando todos esos disfraces
que siempre llevo puestos.

Observarme con tus ojos, desde lejos,
en un día cualquiera, gesticulando
mientras hablo con un desconocido,
o tal vez con esa sonrisa estúpida
que adorna mi cara cuando te veo.

Y saber que debajo de todo el atrezzo
hay un chico que espera impaciente
una cama abierta en la madrugada,
los relámpagos de los días lluviosos,
el devenir soleado jamás conseguido.

Ha de ser difícil, lo sé, aguantar tanta
impuntualidad, tanto desconcierto,
recibiendo como compensación
apenas unos cuantos poemas,
ya sin rima y de sílabas agujereadas.

El desdén olvidadizo en la mirada
de aquel que siempre está huyendo
a lomos de incumplidas fantasías literarias,
que farfulla sus redundantes tragedias;
Perseo sin brújula de hilo en el laberinto.

Tú, enfermera nocturna, ojos pequeños
que encuentran belleza en lo distinto,
dibujaste ciudades hechas de frío,
para enseñarme que lo más inalcanzable
es a menudo lo más satisfactorio.

Por eso, este jueves sabatino como ninguno,
que trae nostalgia de biblioteca y videoclub,
quiero decirte, mas bien rogarte,
que no desesperes con ese chico huraño,
veneno indefectible de tu corazón.

     Marcos H. Herrero.

Comentarios

  1. Tú y tu alter ego también os merecéis un precioso poema como este el 26 de Febrero. Porque valéis mucho.
    Un fuerte abrazo.

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